“La obesidad es un trastorno multifactorial en cuya etiopatogenia están implicados factores genéticos, metabólicos, psicosociales y ambientales, la rapidez con que se está produciendo el incremento de su prevalencia parece estar más bien en relación con factores ambientales.” (Achor, M. S., et. al., 2007, p. 35).
En los niños, es muy raro que la causa de la obesidad sea por enfermedades como las endocrinológicas, hipotalámicas y genéticas o, en todo caso, que pueda ser causada por algunos fármacos.
La obesidad de los padres tiene mucho que ver en la obesidad de los hijos, no sólo por los factores genéticos sino también por el ambiente que comparten (los alimentos que ingieren, si llevan a cabo alguna actividad física). Aunque la herencia tiene que ver, porque hay un nivel moderado de herencia, la epidemia de la obesidad se ha producido en los últimos 50 años, lo que es muy poco tiempo para que hayan cambiado los genes, por lo que la herencia no es tan determinante.
Según Duelo Marcos, M., et. al. (2009), los factores de riesgo para padecer obesidad son, un peso al nacer mayor de 3,500 gramos, ausencia de lactancia materna, ingesta de grasa mayor o igual al 38%, consumo elevado de refrescos o embutidos, poco consumo de verduras y frutas, actividad sedentaria mayor a 3 horas de televisión al día y ausencia de práctica deportiva.
De acuerdo a lo anterior, el consumo que hacen los niños de bebidas azucaradas logra un aumento en el peso (calorías extra); también el número de horas frente a la televisión propicia una disminución de la actividad física y aumenta la ingesta de alimentos entre comidas, lo cual lleva también a un aumento de peso, además de que los niños ingieren los alimentos chatarra que anuncia la televisión.
La clase social y el menor nivel educativo de la madre también influyen, porque se ha observado que en las clases sociales bajas comen más embutidos y en cambio en las clases sociales altas los niños ingieren carnes rojas, frutas, verduras, leche y queso. Con respecto al nivel educativo de la madre, cuando esta tiene pocos estudios favorece la ingesta en sus hijos de golosinas, bebidas azucaradas, embutidos, dulces, etc.
También influyen en el aumento de peso el uso del ascensor, del automóvil, la televisión, los videojuegos, la computadora. Por la misma inseguridad que existe en las ciudades, cada día es más difícil que los niños salgan a jugar o puedan realizar actividades al aire libre por lo que los padres prefieren que estén dentro de sus casas viendo televisión, en la computadora o jugando en la consola. Esta escasa inactividad asociada al uso de dichos aparatos está relacionada directamente con la obesidad.
La formación de los malos hábitos en la alimentación como saltarse el desayuno, ingestión de grandes cantidades de alimentos en las últimas horas del día (cena), comer en exceso, ingestión de grandes cantidades de grasas y azucares, es lo que va aumentando la epidemia de la obesidad por lo que solo se puede explicar por factores ambientales.
“La mayor parte de la obesidad infantil está motivada por factores relacionados con el estilo de vida, reflejo de la combinación de factores genéticos, hábitos aprendidos en la familia, e influencias ambientales. El ambiente incorpora no solo el ambiente físico, sino además el económico, político y sociocultural que facilitan el aumento de ingestión de calorías y la inactividad física (…) por tanto, para tener éxito, el abordaje de la obesidad debe incluir al niño/adolescente, la familia, los servicios sanitarios, los colegios, la publicidad y los medios de comunicación y las políticas gubernamentales, con una perspectiva global de salud pública.” (Duelo Marcos M, 2009, pp. 246-247).


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